Año nueva, vida nueva… lavando las heridas en el mar
junto con el ultimo atardecer. No soy de vacacionar en el mar, el sol y yo no
nos llevamos bien, me gusta más el clima frio, ver la nieve y sentir la brisa fría
en la cara pero debo admitir que estar recobrando energía bajo el resguardo de
una palapa y pasar el día escuchando las olas del mar tuvo una melodía encantadora
y reconfortante.
Tomando ya valentía, aborde con bravura y algo de
ingenuidad destilados de agave, dejando un resumen de daños medio
considerables; dando un grito de poco sentido común, cenar mucho un día después
me dejo fuera de circulación y no disfrutar la última sesión de playa y poder
desayunar como es debido para agarrar el
volante de regreso a tierras DeFeñas. Casi dos días sin comer y una
manejada de 8 horas creo que son buena lección para iniciar el año
En otro menester
Pensaba en mi revolución nocturna sobre cómo vamos
cambiando y me pregunte si al ver en el espejo vería la misma persona de hace
dos años, sin embargo, volví a repetir la pregunta para escucharla como es
debido y me pareció errónea, mas porque me causaba un poco de consternación el
temor a no poder reconocer a quien estuviera ahí, que pareciera mas una ventana
a la estancia de otra persona y para tal caso, no vi causa para temer, los
tiempos cambian, vamos por la vida, luchando y sanando heridas, cicatrices que
cubren nuestros cuerpo, son las medallas por haber sobrevivido, nos transforman
y se vuelven mapa de nuestro recorrido. No creo que sea una mejor persona,
llevo más corazas y con los sentidos
alerta, -paranoico, eso si sigo como ayer-
pero esto si puedo sentir: viajo más ligero, con el equipaje necesario y
recuerdos dignos de añorar.
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