lunes, 11 de noviembre de 2013

Hoy no... espera un poco...

Atardecer, cuando me enamoraba poco a poco de ese lugar... 


Noche en el hospital, haciendo guardia y acompañando a una amiga de hace tiempo, resguardando a su abuela de la muerte, en este lugar donde la flaca da sus rondas, moviéndose sigilosamente entre los cuartos, evaluando para hacer su misión eterna y etérea.

Nunca me han gustado los hospitales, solo con el tiempo he aprendido a tolerarlos y sobre todo, que es un lugar concurrido en la tarea de la amistad, es el lugar donde unos de los más terribles momentos se presentan, donde la fuerte compañía debe permanecer y hacer muestra de los lazos que nos atañen con quienes están igual para nosotros, para darnos un hombro

Dentro de todo esto, hubo un momento de silencio, cuando el frio no era tan penetrante y la quietud apareció, donde quedé para compartir tiempo con las múltiples mascaras, los otro yo: fue momento de ese que ya no se da tan seguido, debiendo ser una costumbre, algo así como comer o ir a caminar, estiramientos de la psique, calistenia para el espíritu u otro nombre digno de la sección. Me sentí libre de no estar dando vueltas en espiral ni dando rienda suelta a las revoluciones neuronales. El frio empezó a azotar un poco más fuerte y viendo el panorama, me devolvieron mi chamarra. Es tarde… me siento junto a ella y decide recargarse en mi… llevamos años que nos conocemos, ahora está creciendo y tiene varias cosas en la mente, la veo en la plática soportando las inclemencias de la vida, las ironías de lo absurdo y creo que está bien, de hecho demasiado bien.  Tiene un temple no propio de su edad, debería estar pensando en amigos, salidas, tonterías en general. Y esta aquí haciendo acopio de sus fuerzas, creo que por lo mismo solo hasta ahora que el cansancio la esta venciendo que se apoyo en mi, nos dejamos de ver mucho tiempo y en ese temple, más maduro por llamarlo de alguna manera, pone barreras, como aquellos que van viviendo y alertan los fusiles ante cualquier sonido en la oscuridad.

Amanece y me despido, sigo al tanto en mensajes telefónicos. Nada nuevo por el momento, solo vida y muerte.


Se fue el fin de semana…

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